Este es un espacio para compartir reflexiones sobre teología, cultura, desarrollo y estudios latinoamericanos.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Globalización, cultura y religiosidad

El proceso de globalización consiste, según John Saxe Fernández, en un proceso de internacionalización económica. Proceso que inicia como una estrategia de dominación y apropiación de sociedades y mercados, en el cual una nación fuerte aspira a ser imperio. De ahí, que el proceso de globalización pueda ser entendido y lo es por algunos teóricos como imperialismo.

Globalización o imperialismo, aunque conceptos distintos, serían equivalentes, desde cierta manera de entenderlos, en tanto describan un proceso de expansión económica bajo ciertos parámetros establecidos por una visión única de mundo. En el Consenso de Washington se definieron tales parámetros, a partir de ahí la mayoría de los países del mundo, rompieron sus anteriores modelos para “apuntarse” en la lista de países obedientes al FMI. Este proceso implica liberalización del comercio exterior, del sistema financiero y de la inversión extranjera, orientación de la economía hacia los mercados externos, privatización de las empresas públicas, reforma fiscal, resguardo de derechos de propiedad intelectual, entre otros.

Asimismo, se favorece la entrada y salida de grandes capitales transnacionales a los países con el mínimo de restricciones para aumentar la competitividad del mercado. Este proceso de expansión económica mundial agrega a su estrategia de expansión una ideología que John Saxe llama “globalismo pop”, pero que también podría llamarse “ideología neoliberal o neoliberalismo”.

Por otra parte, se cree de manera equivocada que la cultura se refiere a las “bellas artes”, a “costumbres tradicionales”, Daniel Mato plantea que para referirse a la cultura habría que tener en cuenta una visión más amplia, “una visión más integrada de la idea de cultura, que apunta a poner de relieve aspectos simbólicos-sociales de todas las prácticas humanas”. Esta visión estaría relacionada con la posibilidad de realizar una reflexión más profunda de las relaciones entre globalización y cultura, no solamente lo vinculado con las “bellas artes”, por ejemplo, sino con las transformaciones en el sentido o significado que tienen todas las prácticas humanas concretas, así como en las prácticas mismas.

Según lo planteado en los párrafos anteriores, para referirse a la relación entre globalización y cultura, tendríamos que apreciar los cambios que el proceso de globalización ha generado en las prácticas humanas concretas y en el significado que estos cambios tienen para las personas.

En este sentido, el filósofo frances Gilles Lipovetsky entre otros, ha desarrollado estudios dirigidos a expresar las manifestaciones culturales en las sociedades que experimentan los procesos de globalización. Según el académico, “la cultura de la posmodernidad”, se caracteriza por un proceso de personalización o individuación, que va impregnando todas las áreas de la sociedad, desde el trabajo hasta el baile. Así este proceso se caracteriza por una “seducción” continua que lleva al individuo a crear para sí, una existencia “a la carta”.

La globalización ha traído consigo una serie de consecuencias a nivel cultural, como la tendencia a involucrar al “Mercado” con todos los aspectos de la vida. Por ejemplo, el juego en otros momentos históricos y en la mayoría de los casos fue una práctica gratuita, hoy se ofrece un pago por la mayoría de juegos. Además, la Internet se coloca imponente como un medio de “megacomunicación” difícil de controlar, que incita a una ilusa o virtual inclusión, invita a la participación. Otra consecuencia es la vida al estilo Hollywood, el American Way of Life se propaga como ideal de subsistencia, es el paraíso contemporaneo, es la utopía de hoy, generando una inclinación hacia la cotidianidad del shopping, del make up, del look well.

Estos rasgos culturales impregnan la religiosidad "boom" predominante en nuestros días. Es evidente que la ley de oferta y demanda, se aplica a lo que se podría llamar hoy "el mercado de los bienes de salvación". En la actualidad se ha desatado una espinosa competencia por arrastrar fieles o "consumidores", que se nos revela como un fenómeno propio de cualquier otro nicho de mercado. Puede observarse en occidente una "diversificación" de la oferta espiritual, que va cronologicamente desde el monopolio romano del medioevo, la reforma protestante, la irrupción del humanismo laico, hasta nuestros días con una "mega-proliferación extrema y diversa" de productos y servicios de "fe".